Cuautitlán Izcalli, Mex., a 3 de diciembre de 2025.– La tarde que parecía rutinaria en la lujosa Plaza Arkana terminó convertida en un escenario de terror: tres sicarios armados hasta los dientes irrumpieron en una lavandería del complejo y abrieron fuego sin una sola palabra, ejecutando a dos hombres y dejando a un tercero gravemente herido.
El ataque, quirúrgico y fulminante, ocurrió frente a decenas de clientes que apenas alcanzaron a correr antes de que las detonaciones retumbaran por el centro comercial. En cuestión de segundos, los agresores huyeron sin dejar rastro, como si conocieran cada salida y cada punto ciego del lugar.
LAS VÍCTIMAS: DOS JÓVENES EJECUTADOS “AL ESTILO MAFIA”
Los fallecidos fueron identificados como Emilio Quintero, de 31 años y originario de Culiacán, y Juan Pablo Quintero, de 21, procedente de Guadalajara. Ambos viajaban acompañados de un tercer hombre que logró sobrevivir al ataque directo.
Los tres habrían llegado juntos, y los atacantes fueron derecho hacia ellos, sin equivocaciones. “Venían por ellos, sabían exactamente a quién buscaban”, reveló un empleado de la plaza que presenció la estampida humana tras la primera ráfaga.
VERSIONES QUE ENCENDIERON LAS REDES: ¿PARENTEZCO PELIGROSO?
El apellido de las víctimas desató un torbellino mediático: reportes extraoficiales sugirieron que podrían tener algún parentesco con el histórico capo Rafael Caro Quintero, uno de los nombres más pesados en el mundo criminal.
Columnistas, filtradores y portales de nota roja hicieron estallar la especulación. Sin embargo, las autoridades del Estado de México han desmentido que exista, por ahora, confirmación oficial de ese vínculo, llamando a no difundir información no verificada.
Pero el hecho es claro: el ataque tuvo sello de ejecución planeada, y las coincidencias de origen, apellido y modus operandi alimentaron el misterio.
La Fiscalía mexiquense mantiene hermetismo total. Ni móviles, ni sospechosos, ni posibles rutas de escape han sido revelados. Todo apunta a una operación perfectamente calculada, ejecutada en menos de un minuto y con una precisión que pocas células criminales dominan.








