Chihuahua, Chih., a 31 de diciembre de 2025.— La línea que separa al Estado del crimen organizado volvió a desdibujarse. La noche del 26 de diciembre, un hombre fue ejecutado a balazos en la colonia Riberas de Sacramento, y los presuntos responsables no eran sicarios comunes: eran elementos de la Guardia Nacional. Uno en activo. Otro recién dado de baja. Ambos hoy presos.
Una ejecución, no un enfrentamiento
Los reportes oficiales y la reconstrucción de los hechos descartan cualquier intento de justificación: no hubo riña, ni asalto, ni intercambio de disparos. La víctima, identificada como Adrián M., fue atacada de manera directa y letal, con múltiples impactos de arma de fuego.
Testigos, cámaras de vigilancia y la actuación inmediata de las autoridades permitieron la detención en flagrancia de los presuntos agresores.
¿Un homicidio por encargo?
Durante las audiencias iniciales trascendió una versión que estremeció incluso a los propios investigadores: uno de los detenidos habría declarado que un tercero les ofreció 9 mil pesos para matar.
Aunque esta versión aún forma parte de la investigación, el dato refuerza una sospecha inquietante: el uso de agentes federales como ejecutores a sueldo.
El juez calificó la detención como legal y ordenó prisión preventiva mientras se define su situación jurídica por homicidio calificado.
La investigación continúa y no se descarta que el caso escale a delitos más graves, como homicidio por encargo o vínculos con estructuras criminales.
Por ahora, dos hombres que juraron servir a la nación duermen en prisión, mientras Chihuahua suma otra historia donde el uniforme dejó de ser sinónimo de protección.








