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MensajearCiudad de México, a 29 de junio de 2025.- Como si se tratara de una multinacional del crimen, una red de huachicoleros operaba en al menos cinco estados del país con una estructura tan robusta y sofisticada como la de cualquier corporación legal. El reciente operativo coordinado por fuerzas federales dejó al descubierto el corazón logístico de esta organización, que no solo saqueaba ductos, sino que blanqueaba y distribuía el combustible robado a gran escala.
Encabezada por Cirio Sergio “N” y Luis Miguel “N”, alias “Flaco de oro”, la red criminal perforaba ductos en puntos estratégicos del Estado de México, Hidalgo, Querétaro y Coahuila. Utilizaban tecnología especializada para extraer gasolina y gas LP sin ser detectados durante meses. Una vez sustraído el combustible, lo almacenaban en bodegas y gasolineras aparentemente legales, en las que también ocultaban armas, dinero en efectivo y documentación falsa.
Desde estos centros, comenzaba una red de distribución bien aceitada. Decenas de pipas y tractocamiones trasladaban el hidrocarburo por rutas calculadas, especialmente en la carretera Querétaro–México, sin levantar sospechas. Para cubrir la ilegalidad del producto, Israel “N”, otro integrante clave, era el encargado de falsificar facturas y permisos que aparentaban legalidad. Mientras tanto, Heréndira “N”, con conexiones políticas, establecía acuerdos con autoridades locales y municipales para garantizar que nadie interfiriera con las operaciones.
Uno de los momentos más impactantes del operativo se dio en Saltillo, Coahuila, donde se recuperaron cerca de dos millones de litros de hidrocarburo robado, lo que representa uno de los mayores decomisos en la historia reciente del país. Además, se aseguraron tractocamiones, bombas de extracción, ferrotanques y una flota de vehículos adaptados especialmente para el transporte ilegal.
Este golpe, que también se vincula con la incautación de un buque con 10 millones de litros de hidrocarburo en Tampico el pasado marzo, confirmó lo que muchos sospechaban: el huachicol ya no es un negocio improvisado, sino una industria criminal con jerarquías, financiamiento, logística y hasta recursos humanos.
El megaoperativo fue posible gracias a la coordinación entre la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, la FGR, Sedena, Marina y la Guardia Nacional. Las investigaciones continúan para identificar a funcionarios cómplices y cerrar definitivamente las rutas de impunidad que permitieron a este imperio clandestino crecer durante años.
