Que el mundo ruede, a mí mi celular: Óscar Tapia Campos

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Que el mundo ruede, a mí mi celular: Óscar Tapia Campos
Autor: Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 13 de Junio de 2019 a las 13:07:00

Morelia, Michoacán, a 13 de Junio de 2019.- Una de las mayores adicciones del mundo entero de la actualidad es el celular. Nadie, ni chicos, ni grandes, ni ancianos escapamos a su embrujo. Nos ha secuestrado, nos tiene amarrados, se ha convertido en el artefacto más indispensable, más enajenador, más contundente de nuestras vidas.

El celular mueve al mundo o lo paraliza, días y noches están bajo su dominio. Es una herramienta maravillosa, sumamente útil, porque acerca personas y naciones. Sus virtudes son infinitas, pero las inmensas mayorías de individuos lo hemos mal utilizado, por eso nos controla, nos domina, nos aniquila.

La adicción al celular se ha tornado peligrosa porque nos ha vuelto solitarios, nos saca del planeta, nos absorbe, nos hipnotiza. Somos sus títeres, sus guiñapos, sus autómatas. Es un riesgo en las manos de las mayorías porque nos hace perdernos, olvidarnos, sumirnos en la nadedad.

Ayer, sólo por curiosidad, tomé mi cámara fotográfica para ver qué imágenes podía capturar en un corto lapso. Al cabo de un rato quedé sorprendido por lo que observé y ahora está convertido en fotografías que dan cuenta fiel del problema en el que estamos.

Tantas personas quedaron a merced de mi cámara sin que se dieran cuenta de ello porque estaban abstraídos en el celular. A policías, estudiantes de medicina, pequeños hijos de ambulantes, mujeres embarazadas y hasta a agentes de tránsito los pude retratar sin que se percataran de ello.

Son imágenes que hablan de todos, de ti, lector, y de mí. De nuestro tiempo y de nuestro espacio, porque, así como ellos, los fotografiados, también nosotros estamos atrapados por los hechizos del celular, y eso, ni modo que no, cada día se torna más peligroso. Solo vi un caso en el que una persona dejó el celular para meterse en los contenidos de un libro por el placer de aprender.

Por los influjos de ese aparatito hoy se podría decir sin el menor asomo de exageración: “Que el mundo ruede, a mí mi celular”. Así sea.

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