Zitácuaro, Mich., a 18 de noviembre de 2025. — Una ola de pánico sin precedentes estalló este martes en Zitácuaro luego de que rumores difundidos en redes sociales aseguraran que William Edwin Rivera Padilla, alias “El Barbas”, presunto líder del CJNG en la región, había sido abatido. Aunque ninguna autoridad confirmó su caída, el simple eco de la noticia bastó para que comercios cerraran de inmediato, las calles quedaran semivacías y cientos de familias corrieran a refugiarse en sus casas ante el temor de enfrentamientos.
Durante las primeras horas de la tarde, cadenas de WhatsApp y publicaciones anónimas comenzaron a multiplicarse con supuestas versiones del deceso del jefe de plaza. La tensión escaló de forma fulminante: negocios del centro bajaron sus cortinas, rutas de transporte suspendieron recorridos y escuelas ordenaron el resguardo interno de alumnos.
Varias colonias reportaron que la gente abandonó espacios públicos para protegerse ante el riesgo —percibido como inminente— de balaceras o represalias entre grupos criminales.
El miedo provocó que la Secretaría de Seguridad Pública desplegara un operativo emergente. Elementos de la Guardia Civil recorrieron las calles con mayor presencia, se reforzaron los filtros carreteros y se realizaron sobrevuelos preventivos en puntos considerados estratégicos.
La reacción desmedida de la ciudad tiene un origen claro: la sombra que Rivera Padilla ha proyectado durante años sobre Zitácuaro. Señalado por autoridades como un jefe regional del CJNG, su nombre se ha asociado con episodios de violencia extrema, incluidos enfrentamientos, bloqueos y ataques armados que han cimbrado al oriente de Michoacán.
Entre los hechos que marcaron su historial figura su presencia en la masacre del 27 de marzo de 2022 en Zinapécuaro, donde un ataque en un palenque clandestino dejó veinte muertos. De igual forma, se le ha vinculado con la ola de violencia de junio de 2025 que dejó colonias enteras sitiadas, comercios incendiados, civiles heridos y la muerte de un menor de edad.
Su figura también se ha visto envuelta en polémica por presuntos vínculos con el entonces fiscal regional Francisco Herrera Franco, a raíz de grabaciones filtradas y señalamientos de organizaciones civiles.
Con ese pasado, la sola idea de un vacío de poder causado por su presunta caída encendió alertas automáticas entre la población, que teme un choque inmediato entre células rivales por el control de la plaza. Las calles, normalmente saturadas de actividad, terminaron en silencio; los comercios, sellados; y la ciudad, tensa, a la espera de una confirmación oficial que no llega.
Hasta esta noche, Zitácuaro sigue en una calma frágil. Las autoridades mantienen operativos en puntos estratégicos, mientras la población permanece resguardada y a la expectativa. Por ahora, los rumores continúan circulando sin sustento, pero la psicosis que generaron demuestra que, muerto o vivo, el nombre de “El Barbas” sigue teniendo la capacidad de congelar a toda una ciudad.








