Morelia, Mich., a 1 de diciembre de 2026.— El nombre de Javier Ocampo García volvió a colocarse en el centro de la conversación interna de la Fiscalía General del Estado. Tras marcadas críticas, señalamientos y episodios que encendieron focos rojos en Asuntos Internos, el funcionario dejó la titularidad del área y fue reubicado en la Unidad de Planeación y Seguimiento del Plan de Persecución de Delitos, un movimiento que para muchos dentro de la institución sabe más a maniobra de contención que a simple reorganización administrativa.
A Ocampo lo acompañó siempre un entorno de tensión: bajo su gestión se acumularon quejas, reclamos de personal, roces con mandos operativos y controversias por procedimientos disciplinarios que generaron molestia en distintos niveles de la Fiscalía.
Si bien nunca se comprobó irregularidad alguna en su contra, su figura quedó marcada por la percepción de decisiones polémicas, investigaciones internas que levantaron suspicacias y un estilo de conducción que algunos calificaban como rígido y otros simplemente como imprudente.
Estas controversias, sumadas a episodios que trascendieron de manera informal entre agentes ministeriales y administrativos, terminaron por convertir a Ocampo en uno de los funcionarios más discutidos del último año.
Su salida del área ocurrió en silencio administrativo, pero con ruido interno. Aunque oficialmente se informó que se trató de un movimiento para fortalecer áreas estratégicas, dentro de la institución se interpreta como un reajuste necesario para despresurizar una dependencia que venía acumulando tensiones.
Ahora, desde la Unidad de Planeación y Seguimiento del Plan de Persecución de Delitos, Javier Ocampo García ocupará un puesto de perfil técnico, lejos de la exposición y la fricción que implica vigilar la conducta de servidores públicos. En esta nueva trinchera, deberá enfocarse en métricas, resultados, diagnósticos y ejecución de estrategias, un ámbito menos político pero crucial para el funcionamiento de la Fiscalía.
Su reemplazo por Salvador Sánchez Suárez —un perfil percibido como más duro, técnico y disciplinado— terminó por confirmar que el reacomodo no fue accidental: se buscaba un cambio de tono, de conducción y de “clima” en Asuntos Internos.
Con este movimiento, la Fiscalía cierra un capítulo de turbulencias administrativas, mientras Ocampo abre otro en un espacio donde las decisiones no generan titulares… al menos por ahora.








