Crónica del asesinato de Carlos Manzo en un municipio sometido al crimen

Crónica del asesinato de Carlos Manzo en un municipio sometido al crimen
Autor: Redacción / Noventa Grados | Fecha: 2 de Noviembre de 2025 a las 21:03:31

Uruapan, Mich., a 2 de noviembre de 2025.- La luz cálida de cientos de velas iluminaba el centro histórico cuando comenzaron los gritos. Era la noche del 1 de noviembre, y el Festival de las Velas —uno de los eventos más concurridos del municipio— avanzaba entre música, fotos y turistas. En medio de esa marea de gente, el alcalde Carlos Manzo caminaba rodeado de familias que aprovechaban la festividad para acercarse y saludarlo.

A unos metros, su anillo de seguridad —14 elementos de la Guardia Nacional más policías municipales— trataba de mantener el paso y la formación. Manzo solía romper los protocolos para acercarse a la gente, y esa noche no fue la excepción. Sonreía, posaba, conversaba. Diez minutos después de su discurso, ya fuera del templete, alguien se abrió paso entre la multitud. 

Luego vino el estruendo.

Siete detonaciones. Siete casquillos quedaron regados sobre el empedrado, marcados minutos después por peritos y reflectores. Antes de que el público comprendiera qué ocurría, el primer círculo de seguridad ya respondía con disparos propios. Uno de los agresores cayó en el lugar; el resto intentó huir entre puestos, bancas y turistas que corrían buscando refugio.

Mientras los escoltas levantaban al alcalde, se escuchaban los gritos de “¡agáchense!”, “¡al suelo!”, “¡corran!”. El caos duró menos de dos minutos, suficiente para que el festival se convirtiera en una estampida. Carlos Manzo fue subido a toda prisa a una camioneta oficial y trasladado al hospital más cercano. Murió poco después.

Una muerte anunciada en un municipio marcado por el miedo

El asesinato ocurrió en una ciudad donde el temor es parte de la rutina. En Uruapan, 92% de los habitantes dice sentirse inseguro. Basta caminar por el centro para escuchar advertencias: calles que no se deben cruzar de noche, colonias donde los vecinos cierran temprano, negocios que trabajan bajo amenaza o pagan "cuotas" para poder abrir.

Manzo conocía este contexto mejor que nadie. Desde que asumió la presidencia municipal, había denunciado amenazas directas y respondido con operativos, patrullajes y discursos que lo colocaron en el centro de la confrontación contra grupos criminales. Aun así, confiaba en poder caminar entre la gente. Esa confianza, o esa apuesta política, terminó por costarle la vida.

Una plaza convertida en escena del crimen

Cuando los servicios periciales llegaron, el festival ya había sido desmontado a medias. Velas apagadas, flores pisoteadas, huellas de pánico y objetos perdidos fueron los primeros testigos. El cuerpo de un agresor y los casquillos marcaban la ruta del ataque.

A unos metros, las familias que minutos antes celebraban el Día de Muertos veían ahora cómo la plaza se llenaba de cinta amarilla. Algunos lloraban, otros grababan con sus teléfonos; todos trataban de entender cómo un evento tan tradicional pudo convertirse en un punto de ejecución.

Mientras la Fiscalía confirmaba la muerte del alcalde y la detención de dos personas, la ciudad entraba en una especie de silencio tenso. El asesinato, ocurrido pese al amplio dispositivo de protección, expuso la vulnerabilidad de un municipio que desde hace años vive bajo la sombra de grupos criminales.

En Uruapan, la noche de las velas terminó con las luces de patrullas parpadeando sobre una plaza vacía. Y con la certeza, entre sus habitantes, de que la violencia no distingue cargos, festividades ni multitudes.

Más información de la categoria
Más información de la categoria
Comentarios