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MensajearBuenavista, Mich., a 10 de octubre de 2023.- La comunidad Francisco Villa, mejor conocida como “Catalinas”, en el municipio de Buenavista, Michoacán, se ha convertido desde hace un par de años en un campo de entrenamiento para sicarios del crimen organizado, así como fábrica de armamento para los cárteles michoacanos, alojando a militares mexicanos y extranjeros que se encargan de estas tareas.
Fue en el año 2020 que la Agencia de Noticias Noventa Grados documentó la masacre de 21 personas en la comunidad o ranchería La Huerta, ubicada en el municipio de Aguililla.
Las víctimas eran sicarios de los cárteles de La Familia Michoacana y Los Viagras, quienes allí instalaron un campamento, en el que fueron sorprendidos cuando dormían, por miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
En el sitio se encontraron identificaciones que permitieron saber que dos de los fallecidos eran militares mexicanos en activo y otros cinco, soldados extranjeros (dos colombianos, un guatemalteco, un hondureño y un salvadoreño).
Habitantes de la Tierra Caliente señalaron que los fallecidos llegaron a una pista de aterrizaje en el vecino estado de Jalisco y sus límites con Michoacán, y de allí fueron trasladados y alojados en la población Catalinas, municipio de Buenavista.
Catalinas es una población de alrededor de 2 mil 300 habitantes, en su mayoría campesinos y ganaderos honrados, pero otros son narcotraficantes y criminales experimentados, quienes en esa comunidad ignorada por el Gobierno, crearon su bastión criminal.
Los militares mexicanos y colombianos instalaron allí un campo de entrenamiento para sus sicarios, y con el paso de los años, hasta crearon una fábrica de explosivos operada por colombianos.
Esto quedó asentado el pasado 8 de octubre, cuando en un operativo militar, fueron capturados en Catalinas 8 colombianos, a quienes se les aseguraron un arma de fuego chapada en oro y varios artefactos explosivos que ellos crearon específicamente para ser arrojados desde drones.
