Apatzingán, Mich., a 12 de noviembre de 2025.– La figura de la alcaldesa Fanny Arreola Pichardo atraviesa su momento más crítico desde que asumió la presidencia municipal de Apatzingán, luego de que fuera excluida de las recientes reuniones de seguridad encabezadas por el secretario federal Omar García Harfuch y autoridades del gobierno estatal, en las que se abordó la creciente ola de extorsiones y violencia que azota a la región de Tierra Caliente.
El hecho ha sido interpretado como una clara muestra de desconfianza institucional hacia la alcaldesa, cuyo comportamiento público ha despertado fuertes cuestionamientos.
Durante octubre, la propia Arreola reconoció públicamente que las autoridades de procuración de justicia y seguridad determinaron no compartirle al municipio información sobre las denuncias por extorsión, bajo el argumento de proteger la seguridad e integridad de las víctimas.
Este desconocimiento de la situación oficial del sector limonero, se agrava mientras los productores y pobladores denuncian que las extorsiones se han extendido incluso a servicios básicos como la luz eléctrica.
Por si fuera poco, apenas semanas atrás, Arreola protagonizó la polémica al solicitar la interpretación de un narcocorrido durante un evento oficial del ayuntamiento, en medio de una crisis de violencia que mantiene en vilo a comerciantes, transportistas y productores agrícolas.
La omisión de su nombre en la lista de asistentes a la reunión de alto nivel no pasó desapercibida. Mientras los mandos federales y estatales delineaban estrategias contra la extorsión a productores de limón, una de las más graves problemáticas de la zona, la presidenta municipal brilló por su ausencia.
“Por seguridad, agradezco no haber sido convocada”, declaró Arreola a medios locales, asegurando que no participar en la reunión la protege de posibles represalias del crimen organizado. Sin embargo, en los círculos políticos de Morelia y Ciudad de México, esa respuesta fue vista como una justificación conveniente para ocultar su aislamiento político.
Fuentes cercanas al gabinete estatal señalan que la Federación ha optado por mantener fuera de las estrategias de inteligencia a autoridades municipales que no generan confianza plena, ante el temor de filtraciones de información o vínculos informales con grupos delictivos.
La situación pone en evidencia el deterioro de la gobernabilidad en Apatzingán, un municipio históricamente golpeado por el crimen organizado y ahora sumido en un ambiente de desconfianza institucional. Mientras la violencia crece, la presidenta municipal parece cada vez más apartada de los espacios de decisión y coordinación, un vacío político que preocupa tanto a ciudadanos como a empresarios locales.
En redes sociales, las críticas no se han hecho esperar. Usuarios acusan a Arreola de “banalizar la tragedia de Apatzingán” con gestos populistas y una actitud distante frente a los problemas reales de seguridad.
Mientras la Federación y el estado refuerzan su presencia operativa en la región, la alcaldesa se enfrenta a una pérdida de legitimidad sin precedentes.
En un momento en que Apatzingán clama por liderazgo y coordinación, Fanny Arreola parece quedar fuera del mapa de las decisiones más importantes para su municipio.








