Cuarto Poder ... Mi Amigo

Cuarto Poder ... Mi Amigo
Autor: Redacción / Noventa Grados | Fecha: 14 de Abril de 2015 a las 14:45:00

Etelberto Cruz Loeza

“NUESTRAS VIDAS/SON LOS RÍOS/QUE VAN A DAR EN LA MAR/QU’ES EL MORIR…

ESTE MUNDO ES EL CAMINO/PARA EL OTRO/QU’ES MORADA/SIN PESAR…

PARTIMOS CUANDO NASCEMOS, /ANDAMOS MIENTRAS VIVIMOS/E LLEGANDO /AL TIEMPO EN QUE FENECEMOS,

ASÍ QUE CUANDO MORIMOS, /DESCANSAMOS”

COPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE. JORGE MANRIQUE

Sin el tono épico de José de Espronceda, ni el lirismo de Gustavo Adolfo Bécquer, ni la visión y prosa de Fernando del Paso, ni el intimismo de Ramón López Velarde…dejo marcar las letras… Ayer el mensajero dejó varias cartas que al abrir, una por una, me llenaron de recuerdos; la primera que abrí me recordó que el 15 de abril, mi amigo Anastacio Escobedo Ponce cumpliría setenta y tres años; que nació en Michoacanejo y que falleció el 26 de noviembre del año pasado; que a muchos su muerte, su desaparición física, era esperada, no deseada, los agarró por sorpresa. Que fue lo mejor. Dicen las letras que luchó bastante y el combate lo desgastó tanto que ya no era el mismo, lo deshizo.

La siguiente, contenía un universo de recuerdos: una invitación me participaba que Anastacio había sido, es, mi compadre y me invitaba a la ceremonia de imposición del sacramento del bautizo de mi hijo Miguel Ángel; también, una crónica de nuestra amistad: me recordaba que fuimos-somos amigos, compadres, compañeros de aventuras académicas y editoriales, y hasta cómplices en algunas algaradas juveniles y, además una relación de recuerdos: nuestras coincidencias laborales como docentes y directivos: nos conocimos en las escuelas secundarias particulares, Justo Sierra y en el Instituto Juárez; que ahí coincidimos como docentes, en los turnos vespertinos, allá por 1968, 1969; que poco después me enteré que éramos compañeros en la escuela secundaria federal José Ma. Morelos; él como Orientador Vocacional, turno matutino; yo, como maestro de tecnologías - Imprenta y encuadernación, turno vespertino y que por esas cosas de la vida, nos caímos bien, hicimos química y junto con Alfonso Álvarez Silvestre (+), Ángel Heredia, Cecilio Froylán Corona Hurtado y yo, hicimos un grupito jovial, ameno, bromista y de trabajo, y leal entre sí; que casi todos nos hicimos compadres: Anastacio fue, y es, padrino de mi hijo Miguel Ángel; Froylán, de mi hija Leticia; por esas mismas cosas de la vida, 1970-1971, se vinculó con un grupo de docentes michoacanos que arribaron a la escuela normal rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío, Michoacán, a cuyo frente estuvo Alfonso Núñez Miranda y Bulmaro Mercado; traía acta de una de las sesiones sabatinas en alguna cantinilla cercana al mercado Independencia, para disfrutar no más de tres Superiores o XX y sus respectivas carpitas doradas, su caldo de camarón y sus tostadas de guacamole; que la misma vida nos fue perfilando: que él llegó a la ahora centenaria escuela normal urbana federal de Morelia – ahora J. Jesús Romero Flores -; yo me fui a la normal rural Federal, Matías Ramos Santos, de San Marcos, del municipio de Loreto, Zac., y que continuábamos sesionando los sábados en la cantina de Temo, disfrutando sus mariscos. Finalmente, copia del acta de fundación de CONCIENCIA, revista cultural y pedagógica, que tuvo una corta vida de 12 números, un año y que él sostuvo de su bolsa; adherido a esta acta estaban fotos de algunas de nuestras sesiones sabatinas; algunas de ella él con cubilete en mano; otras jugando dominó con mi compadre Moisés (+). Las fotos nos muestran cómo disfrutábamos esas reuniones jugándonos con el cubilete las cervezas; ahora digo: ¡Qué de anécdotas vivimos! Llenaríamos varias hojas de La Picardía Mexicana…

La carta siguiente me recordó que Anastacio egresó de la escuela normal de la Huerta, cursó en la escuela normal superior federal, de Fresno 18, Psicología Educativa; que la finalizó y se tituló y fue orientador vocacional del SNOV e ingresó, y se tituló en el posgrado de la Maestría de la Escuela Normal Superior de Oaxaca; fue adscrito a la ESF 1, como Orientador Vocacional; a la ENR Vasco de Quiroga, de Tiripetío, Mich.; a la ENUF de esta ciudad, Subdirector del dentro de Estudios de Licenciatura para el Magisterio - de Michoacán – en servicio; director del CREN de Arteaga, Mich.; además, docente de la desaparecida escuela normal de Puebla y de la de Tepic, Nayarit; director del Ahora Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación; que tuvo a su cargo la fraternidad y que fue un lector empedernido de periódicos y libros y estaba al día en noticias y contenidos científicos, especialmente de forma y fondo académicos.

La que abrí a continuación me decía que Anastacio sabía, y aplicaba, que los seres humanos no habían sido creados todos iguales; que existía una feroz competencia donde regía la Ley de la Selva y donde si no formas parte de la élite, no tienes ninguna posibilidad de sobrevivir. Que, si se deja, a uno sólo le queda que la máquina social lo vaya triturando poco a poco y que alguna gente intenta trepar en la escala, aunque sea un peldaño. Que Anastacio jamás se conformaba con un segundo puesto. Decía: “Si uno no puede ser el primero en un mundo tan pequeño como el aula o la escuela, ¿cómo va a serlo después en un mundo tan grande? Y que él, Anastacio, mi compadre, había luchado siempre por disputar el primer lugar; nada del segundo o menos.

Un memorándum estaba dentro de la siguiente: me trajo a la memoria que él me acercó al Beis bol; que me trazó un plan de viaje para irme a trabajar a la normal rural de San Marcos, Zacatecas; que me dibujó los animalitos del jardín del atrio de la iglesia de la Chona; que fuimos a Michoacanejo y vimos el hueso de dinosaurio de su mínimo museo y nos quemamos con la gasolina escurriendo por los brazos y el pavimento ardiendo y que apostamos en las carreras parejeras en su tierra; que me invité a comer en su casa, que era mi casa y que me descubrió el daiquiri y que colocaba la direccional indicándole al auto que le seguía ¡para dónde era la curva!

El último sobre contenía original de acta donde constaba que Anastacio había sido, fue y es, un hombre que se había hecho a sí mismo; que bregó, que luchó, que se afanó y que triunfó, en todas las maneras y que siempre entregó el esfuerzo adicional de lo mejor de sí para alcanzar el triunfo y cumplir su responsabilidad; estaba firmada por todos los que lo conocieron como compañeros de estudio, de trabajo, subordinados y jefes, entre ellos yo.

Antes de guardar todos los sobres para depositar imágenes, voces y recuerdos, en el Banco del Ayer, Anastacio, jamás, nunca, dejó de ser mi amigo y aun en las marejadas intensas, fuertes y los fríos por las que pasan todas las amistades, nunca la puso en entredicho y jamás fue desleal. Siempre Leal, siempre amigo, siempre el mismo, en las verdes y en las maduras.

Más información de la categoria
Más información de la categoria
Comentarios