Ciudad Juárez, Chih., a 25 de octubre de 2025.— Su nombre real es Martha Alicia Méndez Aguilar, pero en el mundo del crimen se le conocía simplemente como “La Diabla”. Su apodo no era gratuito: según las autoridades de México y Estados Unidos, lideraba una red de tráfico de recién nacidos, extracción ilegal de órganos y asesinatos de mujeres embarazadas, todo bajo la sombra protectora del crimen organizado.
El caso estremeció a ambos lados de la frontera. La captura de La Diabla, miembro del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el pasado 2 de septiembre, fue resultado de una operación binacional entre México y Estados Unidos, coordinada con inteligencia del National Counterterrorism Center (NCTC). Washington la convirtió en símbolo del nuevo tipo de criminal que amenaza la seguridad continental: híbrido entre narcotraficante, tratante de personas y terrorista económico.
“Este es el ejemplo de cómo los cárteles se diversifican para financiar sus operaciones criminales”, declaró Joe Kent, director del NCTC.
Un imperio de sangre y dinero
Investigaciones federales revelan que “La Diabla” había montado una maquinaria de horror en el norte de México. Engañaba a mujeres embarazadas con falsas promesas de ayuda, las llevaba a lugares aislados donde se les practicaban cesáreas ilegales.
Los órganos de las madres, de acuerdo con los reportes, eran vendidos en el mercado negro, mientras que los bebés eran traficados hacia Estados Unidos, a veces por hasta 250 mil pesos mexicanos cada uno (más de 13 mil dólares).
Los investigadores aseguran que “La Diabla” no actuaba sola: operaba bajo el amparo de células del CJNG, quienes utilizaban el dinero de la trata de bebés y el tráfico de órganos para financiar rutas de drogas, comprar armas y lavar dinero.
EE.UU. la exhibe como advertencia global
En Washington, el caso fue presentado como una muestra del éxito de la cooperación bilateral con México, pero también como un llamado de alerta.
El gobierno estadounidense no solo celebró la detención, sino que la usó como ejemplo público de su estrategia contra el crimen organizado transnacional. Para los analistas del Pentágono y del NCTC, La Diabla es “la cara del nuevo terrorismo del crimen”: una red que mezcla narcotráfico, trata y asesinatos en masa para sostener el poder económico de los cárteles.
Aunque su captura fue un golpe mediático, la historia dista de haber terminado. Autoridades mexicanas investigan posibles vínculos con funcionarios locales y otras mujeres reclutadas para repetir el modelo criminal en diferentes estados.
Mientras tanto, La Diabla se ha convertido en el rostro más temido del crimen con rostro femenino: una figura que, según el propio gobierno de Estados Unidos, resume “lo más oscuro del poder económico del narcotráfico moderno”.








