Morelia, Mich., a 4 de noviembre de 2025.- Michoacán vive una tormenta política y social que el gobierno estatal parece incapaz de entender, menos aún de contener. En medio de la indignación por el asesinato del alcalde Carlos Manzo, la inesperada petición de su viuda, Grecia Quiroz, para frenar las protestas y cancelar la marcha del 15 de noviembre, ha encendido aún más el descontento popular.
El mensaje, que apareció justo cuando las movilizaciones crecían en Apatzingán, Morelia y Uruapan, cayó en un momento que muchos consideran demasiado conveniente para las autoridades, las mismas que han sido señaladas por su lentitud, opacidad y falta de resultados ante el recrudecimiento de la violencia en el estado.
Sospechas que apuntan al poder
En redes sociales, el tono es claro: “Esto huele a presión política”. Cientos de usuarios no compraron la versión de un cambio repentino de postura. Para ellos, la solicitud de detener las protestas parece más una estrategia para desactivar un movimiento que evidenció la incapacidad del gobierno estatal para garantizar seguridad ni siquiera a sus propios alcaldes.
El propio giro del mensaje ha sido interpretado como una maniobra para calmar un estallido ciudadano que ya incomodaba al gobierno, sobre todo tras los episodios de violencia y vandalismo vinculados a la indignación social.
Un gobierno sin rumbo
La crisis no surgió esta semana; la muerte de Manzo solo la expuso de forma brutal.
En Michoacán, los asesinatos de autoridades, ataques armados, bloqueos y quema de espacios públicos se han convertido en el termómetro de un estado donde las instituciones lucen debilitadas y el discurso oficial se quedó sin credibilidad.
Mientras tanto, Apatzingán, Morelia y Uruapan siguen envueltas en protestas que han escalado en tensión, y la población exige explicaciones que el gobierno no ha sabido dar.
División social en un contexto de abandono
El llamado de Quiroz dividió a la opinión pública: Un sector pide empatía hacia la familia del alcalde asesinado; Otro ve en su mensaje una señal más de cómo el poder intenta sofocar cualquier expresión de inconformidad.
Líderes locales advierten que cancelar la marcha sería “entregarle al miedo una victoria peligrosa”, pues el asesinato de un alcalde y la represión del descontento social podrían convertirse en la nueva normalidad en Michoacán.
La pregunta que retumba
¿Por qué un movimiento ciudadano tan amplio, que exige justicia y seguridad, debería frenarse justo cuando el gobierno está bajo mayor presión?
Sin respuestas claras y con la violencia al alza, todo indica que el mensaje de la viuda, lejos de pacificar, ha profundizado la desconfianza hacia un gobierno que ya no logra controlar la narrativa ni las calles.

            
            
          
          
          
          
          
          
          
          






