Uruapan, Mich., a 14 de septiembre de 2025.- La violencia volvió a imponerse en Michoacán y, esta vez, en el corazón de Uruapan. Tras un ataque armado que dejó un policía municipal muerto y otro gravemente herido, el alcalde Carlos Manzo anunció con dramatismo la cancelación de las fiestas patrias, admitiendo que el crimen organizado ha logrado lo que él prometía evitar: doblegar a la autoridad local.
En un mensaje difundido en redes sociales, Manzo declaró que el municipio se encuentra en “código rojo” y ordenó suspender tanto la ceremonia del Grito de Independencia como el desfile del 16 de septiembre, con el argumento de salvaguardar la vida de la población.
El edil, que se ha autoproclamado como una amenaza a la delincuencia y que es promovido como “el Bukele mexicano”, terminó cediendo ante la realidad que lo ha superado: grupos armados con fusiles de uso exclusivo del Ejército controlan las calles mientras las autoridades locales quedan rebasadas.
En su mensaje, Manzo lanzó un grito de auxilio a la presidenta Claudia Sheinbaum, exigiendo la intervención inmediata del Gobierno Federal y de todas las fuerzas de seguridad para “restablecer el orden” en Uruapan.
Entre el discurso y la realidad
Aunque el alcalde ha destacado por su retórica contra el crimen organizado, sus críticos señalan que su administración ha estado marcada por el derroche, la falta de resultados tangibles en materia de seguridad y un protagonismo mediático que contrasta con la creciente violencia en el municipio.
Hoy, los hechos lo exhiben: el “Bukele mexicano” no pudo garantizar siquiera una de las celebraciones más importantes del calendario cívico nacional.
Uruapan, la segunda ciudad más importante de Michoacán, se queda sin fiestas patrias, con un alcalde en entredicho y con el crimen enviando un mensaje brutal: el poder real no está en Palacio Municipal, sino en las manos de los grupos armados.