Culiacán, Sin., a 15 de julio de 2025.— La violencia volvió a golpear con precisión quirúrgica en Sinaloa. Cristóbal Barraza, mejor conocido como el comandante “Nitro” y miembro destacado del Grupo Élite de la Policía Estatal Preventiva, fue ejecutado este martes en pleno boulevard Pedro Infante, una de las arterias más transitadas de Culiacán. Su esposa, quien lo acompañaba al momento del ataque, resultó gravemente herida y permanece hospitalizada.
El atentado fue directo, calculado y sin margen para la reacción. El comandante viajaba en una camioneta blindada cuando sujetos armados lo interceptaron y abrieron fuego. No hubo persecución, ni detenidos, ni intercambio de disparos. El crimen, con todo el sello del crimen organizado, se ejecutó con frialdad pasmosa.
“Nitro” era conocido por su participación en operativos de alto impacto, muchos de ellos incómodos para los intereses de los cárteles que operan en la región. Su muerte, dicen fuentes extraoficiales, no parece un crimen fortuito, sino una advertencia directa: el narco no perdona.
El asesinato de “Nitro” no solo representa la pérdida de un mando operativo clave, sino también una sacudida brutal a la ya deteriorada imagen de seguridad en Sinaloa. Una ejecución más que, lejos de cerrar el día, abre aún más heridas en una entidad atrapada hace casi un año entero entre la violencia y la indiferencia oficial.