Villagrán, Guanajuato, 11 de mayo del 2025.- Entre las filas de la 16ª Zona Militar, en la comunidad de Sarabia, hay una historia que combina el rigor del uniforme con la ternura de la maternidad. María de la Luz López González, soldado de intendencia y madre de un niño, ha aprendido a caminar en dos mundos: el del deber patriótico y el de la crianza con amor.
Originaria de Salamanca, Guanajuato, María tomó la decisión de enlistarse en las Fuerzas Armadas motivada por un objetivo claro: superarse y construir un mejor futuro para su hijo. “Primero fui madre, luego soldado. Mi hijo fue mi impulso. Quería darle algo mejor”, afirma con firmeza.
No ha sido un camino fácil. La transición de la vida civil a la militar implicó sacrificios profundos, especialmente en lo emocional. “Los primeros meses fueron duros. Adaptarse a la disciplina y estar lejos de mi hijo fue lo más difícil. Pero entendí que, aunque el tiempo sea corto, si es de calidad, vale oro”, cuenta.
María recuerda con emoción que su hijo, con admiración infantil, le ha dicho que quiere seguir sus pasos. “Eso me fortalece. Le explico que para ser soldado hay que tener disciplina y responsabilidad. No es un juego, es una forma de vida”.
Aunque aún no ha sido desplegada en misiones de alto riesgo, María es consciente de lo que implica portar el uniforme. “Sí, uno piensa: ‘¿y si no regreso?’ Pero también sabes que estás haciendo lo correcto, por él, por tu familia, por tu país”.
Este 10 de mayo tiene un significado especial para ella: será el primero que celebre como madre activa en el Ejército. Y aunque las labores no se detienen, su mensaje es claro: “Ser madre no se limita a un día. Es una entrega total, igual que ser soldado. A veces toca estar lejos, pero nunca ausente en el corazón”.
Si pudiera mirar a los ojos a su hijo en este momento, le diría con orgullo: “Eres lo mejor que me ha pasado. Gracias a ti, tengo la fuerza de estar aquí, sirviendo y soñando contigo”.