Altares y ofrendes de Día y Noche de Muertos… Esto es Fiesta, no es velorio

Altares y ofrendes de Día y Noche de Muertos… Esto es Fiesta, no es velorio
Autor: Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 27 de Octubre de 2020 a las 18:29:00

Morelia, Mich., a 27 de octubre del 2020 .- En las vísperas del 31 de octubre y el 1 de noviembre nos preguntamos cómo debe ser un altar para los muertos y cómo una ofrenda; respuestas hay muchas, porque no en todas partes se hacen de la misma manera. Sin embargo, si queremos apegarnos a modelos clásicos, vamos a encontrar rasgos singulares que ya no tienen que ver con nuestra manera de ser, hacer, pensar, querer, gustar y degustar.

Por eso es que me di a la tarea de escribir unos versos para precisar lo que deben contener los altares para muertos y las ofrendas clásicas de Michoacán, sobre todo los emparentados con lo que hacían los tarascos (o purhépechas) de los tiempos idos.

Es decir, los tiempos en los que la gente de la Zona Lacustre de Michoacán, la Cañada de los Once Pueblos, la Ciénega de Zacapu y la Meseta Tarasca tenían como parte de su dieta diaria las frutas, legumbres y vegetales de la temporada; épocas aquellas en que las flores de cempasúchil, nube y cinco llagas crecían de manera silvestre.

Los altares y ofrendas clásicos son modelos que intentan dar una idea de lo que era antes, pero ya no es y nunca volverá a ser. Así sea.
Los versos que compuse son los siguientes:

ESTO ES FIESTA, NO ES VELORIO

A los muertos de mi casa,
-con la ofrenda calientita-
así los voy a esperar
con gusto y ninguna cuita.

Las viandas son muy sabrosas:
es arroz, mole y tamales,
atole, pan, calabaza,
chayote, uchepos, frijoles.

caña, naranja, guayabas,
un buen ponche con piquete,
cigarros Alas, tequila,
y un suspiro de ribete.

Ya puse sal, agua, velas,
incienso y papel picado,
un recuerdo de mis muertos
con mi amor aderezado.

El altar será muy chicho,
traje nube y cinco llagas,
traje flor de cempasúchil,
florecitas de bisnagas.

Ya tengo listas las fotos,
un sarape, traje un guaje,
las camisas, sus zapatos,
mucho cariño les traje.

Mis muertos son muy antiguos:
mi papá, y un hermanito,
mis abuelas, un abuelo,
dos gatos y un perrito.

A todos los quise mucho,
a todos los sigo amando,
los quiero sentir muy cerca,
aquí los sigo esperando.

Les haré sus tres niveles:
inframundo, mundo y cielo.
Pondré los cuatro elementos;
esta noche me desvelo.

Qué me falta, qué me falta,
ay, debo guardar la calma,
¡las tortillas, servilletas,
y los rezos para el alma!

Ahora sí, fieles difuntos,
les tengo listo el jolgorio, 
esto es gusto, una pachanga,
esto no es ningún velorio. No

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