El presidente López Obrador no tiene ni un pelo de pendejo: Óscar Tapia Campos

El presidente López Obrador no tiene ni un pelo de pendejo: Óscar Tapia Campos
Autor: Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 3 de Agosto de 2020 a las 12:43:00

Ciudad de México, a 3 de agosto del 2020.- Si usted cree que el presidente López es un pendejo está en un grave error, porque contrariamente a esa idea se trata de una persona muy insistente, de un hombre taimado, de un político muy estratégico. No, qué va, de pendejo no tiene ni un pelo, ni uno siquiera.

Sabe qué decir, cómo decirlo, cuándo decirlo y para quienes decirlo. Sí, así de reiterativo es, porque tiene muy claro que el goteo termina por perforar la roca. Por eso insiste, persiste y resiste, aunque tiene la piel muy sensible, muy delgada y se duele por lo que no le agrada.

Y no le agrada lo que no lo elogia y endiosa, lo que no se somete a sus deseos, caprichos e intenciones, lo que lo analiza con seriedad, critica y lo exhibe tal cual es. Y allí encontramos una de sus primeras grandes incoherencias, porque él señala con índice de fuego, ataca, descalifica, agrede y miente sistemáticamente.

No se conduce con apego al respeto, a la tolerancia, ni a la altura de su investidura presidencial. Y para qué va a hacerlo si siendo como es, diciendo lo que dice y con esa imagen deplorable que proyecta ganó las votaciones contundentemente. Y así, con esas características y esas sus maneras de no gobernar sigue siendo endiosado por mucha gente a la que ni la realidad lacerante la hace cambiar de idea, ni salir de esa hipnosis galopante en la que está hundida.

López es dueño de una sonrisa socarrona que embelesa, su rostro todo es una caricatura que provoca sonrisas, su gesticulación conquista y su oratoria convence a millones. Decir que no es carismático es no ver ni viendo. De hecho, toda su expresión facial es subyugante políticamente hablando, y ese es uno de sus grandes recursos porque lo sabe explotar muy bien para sus intereses.

Bueno, es tan certero en sus estrategias de conquista que es capaz de rifar lo que no rifa, vender lo que no vende, hacer lo que no hace y entregar lo que no entrega. Y con ese avión le da el avión a todos sus cautivados. Hace de la incongruencia la mayor de sus congruencias, verbigracia: “me voy a poner cubrebocas cuando no haya corrupción”. Ah, pero su juego de palabras embaucadoras le permite decir acto seguido que “ya no hay corrupción” y no se pone el cubrebocas.

No, señores y señoras, López no tiene ni un pelo de pendejo, ni siquiera uno. Por eso sigue en campaña, no gobierna, no busca soluciones, no ha realizado ni una gran obra en casi dos años de su sexenio, no hace algo para evitar que México se le derrumbe en pedazos, y no establece estrategias para atacar la pandemia, la pobreza, el desempleo, la delincuencia, la corrupción, el derrumbe económico, la polarización, ni la desaparición de fuentes de empleo.

Para qué, si con culpar, descalificar y satanizar mantiene muy altos índices de popularidad y provoca que abunden quienes lo creen el mejor presidente de la historia, aunque sabe que será la historia la que más pronto que tarde lo juzgará y lo exhibirá tal cual es o será.

No, señores y señoras, no se rasguen las vestiduras, porque el señor López se carcajea de quienes lo creen pendejo, aunque le duela tanto que lo juzguen como él juzga, lo critiquen como él critica, lo señalen como él señala. No, no es pendejo, pero tampoco es el gobernante que necesitamos México y los mexicanos. No, no es el que debe ser para que efectivamente acabe con la corrupción, levante a nuestro país y lo convierta en una realidad pujante, porque no es el que hace valer la ley y el estado de derecho, y no es el que con hechos y no sólo con palabras recuperará lo robado y lo devolverá al pueblo.

No, de ninguna manera, López no es un pendejo, por eso no pierdo la esperanza de que recapacite y empiece a gobernar de tal manera que mañana o pasado hasta yo tenga que gritar con apego a la verdad, y nada más que a la verdad, que es el mejor presidente de la historia. Ojalá y… Así sea.

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