Donald Trump, juicios y prejuicios de la demencia senil

Donald Trump, juicios y prejuicios de la demencia senil
Autor: Oscar Tapia Campos/ Noventa Grados | Fecha: 20 de Mayo de 2018 a las 20:26:00

Morelia, Mich; a 20 de mayo de 2018. - No soy psiquiatra, ni psicoanalista, ni psicólogo y no necesito serlo para darme cuenta cuando una persona está muy mal de la cabeza, porque eso salta a la vista, precisamente porque su estado mental la exhibe, tal es el caso del señor Donald Trump, quien a todas luces padece de algo así como demencia senil, y sus juicios y prejuicios lo denuncian.

Pobres de los norteamericanos que viven allende el Río Bravo, porque tienen que lidiar con un funcionario que no sabe de cordura, no sabe de mesura y que políticamente nunca hace lo correcto, puesto que se pelea hasta con la cocinera de la Casa Blanca y lanza escupitajos a diestra y siniestra.

Lamentablemente es el presidente del país más poderoso del mundo, y como ha demostrado un odio exacerbado contra México y los mexicanos más vale que permanezcamos siempre alerta, porque en un santiamén puede pasar de las palabras huecas a los hechos irracionales, lo que no ha podido hacer porque no se lo han permitido muchos de sus connacionales poderosos que también son gobierno.

La incongruencia de sus discursos ya es lastimoso, y no precisamente por la carga de desprecio que es tan evidente en ellos, porque eso es problema suyo, sino porque lo dejan ver como un pobre hombre desquiciado que día con día se hunde cada vez más en una locura que lo llevará frustrado y totalmente amargado a la tumba, porque nada le satisface, porque todo le molesta por su imposibilidad de hacer lo que le viene en gana.

Pero mientras no se le permita pasar de las palabras a los hechos, no hay problema ni para nuestro país, ni para el mundo, porque si bien es cierto que México depende en muchos aspectos de Estados Unidos, también Estados Unidos es dependiente de México en bastantes otros, por eso el flujo migratorio no se detendrá, por ello las relaciones comerciales nadie podrá pararlas, ni aunque se dé por terminado el Tratado de Libre Comercio.

Todo lo anterior no quita que, sin embargo, Donald Trump tenga razón en mucho de lo que dice, lo que no le da el derecho a generalizar en sus afirmaciones. Le asiste la verdad, por ejemplo, al decir que los migrantes les quitan el trabajo a los estadounidenses; y es su derecho el desear un muro de contención que divida a Estados Unidos de nuestro país.

Lo que no es verdad y no es su derecho, verbigracia, es calificar de animales a cierto grupo de personas, porque el ser humano no deja de serlo nunca, aunque sea como el mismo Donald Trump que ha perdido la brújula de la cordura y en muchos de sus momentos públicos se conduce desde la irracionalidad.

Afortunadamente Donald Trump y su exacerbada manera de gobernar pasan por su segundo año de gestión, sin que haya logrado ni lo más mínimo de lo que prometió, de lo que amenazó, y todo ha quedado en baladronadas y discursos de odio que habrán de ser juzgados electoralmente muy pronto, porque las próximas elecciones de la Cámara de Representantes serán el venidero 6 de noviembre en las 435 distritos de los 50 estados de la Unión Americana, y el panorama no le es halagüeño.

Ese martes 6 de noviembre se dará un ultimátum contundente en las urnas contra los juicios y los prejuicios de la demencia senil de ese ser humano desquiciado, porque los resultados no le favorecerán, y su debilitamiento será tanto que su reelección no le será posible dos años después. Tiempo al tiempo que el tiempo vuela. Así sea.

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