Medidas drásticas para enfrentar la contaminación ambiental, pide el Nobel mexicano Mario Molina

Medidas drásticas para enfrentar la contaminación ambiental, pide el Nobel mexicano Mario Molina
Autor: Redacción / Noventa Grados | Fecha: 24 de Agosto de 2016 a las 16:43:00

México, D.F., a 24 de agosto de 2016.- La solución a la contaminación ambiental en la zona metropolitana de la Ciudad de México requiere de medidas drásticas. “Un problema serio no se puede resolver con medidas a medias y de corto plazo”, éstas deben ser tomadas también a mediano y largo plazos, afirmó Mario Molina, miembro de El Colegio Nacional y ganador del Premio Nobel de Química 1995.

En el encuentro “Hacia una ciudad sustentable”, coordinado por Alejandro Frank, también miembro de El Colegio Nacional y director del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3), y por Mireya Ímaz, titular del Programa Universitario de Estrategias para la Sustentabilidad (PUES), el científico añadió que, en general, se deben reducir las emisiones contaminantes, que son las causantes del deterioro de la calidad del aire.

Debemos preocuparnos, de forma simultánea, de la calidad del aire y de los congestionamientos, pues estos últimos interfieren no sólo con las emisiones, sino con la eficiencia con la que funciona la economía de ésta y otras ciudades del país.

El Centro Mario Molina para Estudios Estratégicos sobre Energía y Medio Ambiente, expuso, ha sugerido mejorar de manera importante el transporte público, que debe ser de bajas emisiones, de calidad e integrado a escala metropolitana.

De igual manera, promover el uso racional del auto y las tecnologías limpias, disminuir en forma drástica las emisiones de transporte de carga y las de contaminantes provenientes de la actividad industrial, así como la distribución de combustibles, agregó Molina, quien también resaltó la importancia de contener la expansión de la mancha urbana para reducir la demanda de movilidad.

Alicia Ziccardi, directora del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad(PUEC) de la UNAM, refirió que la nuestra es una macro región urbana metropolitana, que en 2010 registró 21 millones de habitantes, de los cuales, 53 por ciento viven en los municipios conurbados del Estado de México, 42 por ciento en la Ciudad de México y cinco por ciento en Hidalgo.

Las más altas tasas de crecimiento –entre seis y 11 por ciento de 2000 y 2010– se dieron en municipios como Tecámac, Tizayuca o Huehuetoca. El aumento total de la superficie urbana de 2005 a 2010 fue de 18 mil 800 hectáreas, de las cuales 16 mil 500 fueron producto de la expansión periférica de nuevos asentamientos. Empero, por su lejanía hoy se registra un abandono masivo de esas viviendas, que alcanzan los centenares de miles.

En El Colegio Nacional, Enrique Provencio, profesor-investigador de la Facultad de Economía y diputado constituyente de la Ciudad de México, sostuvo que la planeación de la urbe debe adoptar criterios y vocación metropolitana.

Claudia Sheinbaum, jefa delegacional de Tlalpan e investigadora del Instituto de Ingeniería de la UNAM, explicó que para 2030 cerca de 60 por ciento de la población mundial vivirá en zonas urbanas y 95 por ciento de esa expansión ocurrirá en los países en desarrollo. Aunque las urbes ocupan apenas el tres por ciento del planeta, representan el 80 por ciento del consumo de energía y 75 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En su oportunidad, Telma Castro, directora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), destacó que las políticas públicas de calidad del aire deben estar sólidamente respaldadas por conocimiento científico.

Este problema, aseguró, necesita un enfoque multidisciplinario y multisectorial, así como la incorporación de todos los sectores, como medio ambiente, salud, transporte, desarrollo urbano y, de forma importante, la participación de la sociedad civil organizada.

Antonio del Río, director del Instituto de Energías Renovables, señaló que la situación ambiental actual es el resultado de producir energía con hidrocarburos, y hoy no existe una fuente capaz de sustituirlos.

“Hay que generar un ciclo donde no alteremos nuestro entorno y así conseguir desarrollo sustentable. Se debe valorar la energía y aprovechar sus fuentes renovables: solar, eólica u oceánica, entre otras. Por ejemplo, la inversión inicial de un calentador solar –con una vida útil de 25 años– se recupera en tres años; en cambio, quienes usan uno de gas no sólo emiten pequeñas cantidades de contaminantes, sino que ‘queman su dinero’. Hay que pensar en soluciones de largo plazo”, concluyó.

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