Alejandro Ojeda, viacrucis de un deportista moreliano de clase mundial

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Alejandro Ojeda, viacrucis de un deportista moreliano de clase mundial
Alejandro Ojeda, viacrucis de un deportista moreliano de clase mundial
Alejandro Ojeda, viacrucis de un deportista moreliano de clase mundial
Autor: Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 14 de Agosto de 2018 a las 10:30:00

Morelia,Mich., a 14 de agosto del 2018.- José Alejandro Ojeda Díaz es un deportista michoacano de clase universal que ha tenido que pasar las de Caín para competir en el Campeonato Mundial de Duatlón en Odense, Dinamarca 2018. La suya es una historia de sacrificio, stress y actitud como pocas se pueden contar, debido a la falta de apoyos institucionales, toda vez que para poder viajar tuvo que botear a fin de conseguir dinero para los boletos de avión, la estancia, la inscripción y su bicicleta.

Aquí la pregunta es ¿qué hay detrás de un atleta que no se deja derrotar a pesar de que todo está en su contra? Y la respuesta nos dice que atrás está un soñador, un hombre de una sola pieza, un esfuerzo titánico, un sacrificio constante en todos los aspectos, un querer ser indomable, un carácter a prueba de tempestades y un orgullo mexicano digno de las mejores epopeyas.

José Alejandro Ojeda Díaz es oriundo de Morelia, amante del atletismo, que desde niño se hizo a la idea de representar a México en un campeonato de clase mundial. Logró clasificarse apoyado solamente por su señora madre, doña Mónica Alejandra Díaz Resa, quien nunca ha bajado la guardia cuando de dar el extra por su hijo se trata.

A BOTEAR SE HA DICHO

Fue en el campeonato de Morelia 2017 donde Alejandro Ojeda dio los tiempos para ganarse un bolero para alcanzar su sueño, clasificar a un mundial. Pero su gran triunfo fue el comienzo de una serie de obstáculos inadmisibles que debía sortear a como Dios le diera a entender, porque se topó con portazos en la nariz en todas las instituciones que visitó en busca de respaldo. El primer gran golpe en la cara se lo dio la Comisión de Cultura Física y Deporte (Cecufid) de Michoacán, donde como respuesta se le dijo “hazle como puedas”.

Pero Alejandro no se iba a dejar abatir, porque la palabra fracaso no está en su vocabulario, antes bien esos tropezones injustos afianzaron su decisión de representar a México mundialmente, por eso tocó otras puertas, las de los familiares, amigos, compañeros de ciclismo. Todos, refiere nuestro personaje, le respondieron al alcance de sus posibilidades, pero ni así completó lo mínimo necesario para cubrir los gastos.

Eso lo hizo pensar en nuevos métodos, fue entonces que con un bote en la mano se fue a las calles de Morelia a pedir “una moneda, lo que sea, para que yo pueda representar a mi país en el Mundial de Duatlón”. La grata sorpresa para él fue que la mejor respuesta se la dieron jóvenes estudiantes de Leyes y Medicina, quienes le obsequiaron aquello que traían para su torta, para su jugo, para su almuerzo del día.

VIACRUCIS DE UN DEPORTISTA

Sin embargo, sus problemas apenas habían comenzado. Finalmente se vio en un avión rumbo a Copenhague, pero solo, sin más nada que sus sueños, ilusiones, esperanzas y una intención de lograr su objetivo que no le cabía en el cuerpo.

Llegó a Copenhague el 3 de julio, donde se le informó que su bicicleta no había llegado, que estaba extraviada. Allí tuvo que esperar cuatro días, dormir tres noches en una banca con el stress a tope, en un país extraño para él, sin conocer a persona alguna, donde ni siquiera podía darse a entender porque los daneses poco hablan el inglés. Las noches se le hicieron interminables, el hambre lo acosó, el agotamiento era de dos vertientes: físico y psicológico. Pero no había que darse por vencido, se decía, su objetivo era representar a México y tendía que lograrlo.

Su bicicleta llegó el viernes 6 de julio. A él mismo le correspondió armarla, y correr rumbo a Odense. El sábado, cuando llegó a la ciudad sede, otros competidores le preguntaron que si andaba crudo, porque llevaba los ojos rojos y los párpados abotagados, él simplemente sonrió, pero finalmente dejó su bicicleta en transición, es decir depositada para la competencia.

EL CAMPEONATO

Finalmente pudo dormir a pie tirante después de cinco Díaz de no hacerlo. Llegó el domingo 8 de julio, día y fecha tan esperados por él. La primera etapa, la de 5 kilómetros de Carrera a pie se sintió muy bien, los hizo en muy buenos tiempos. Pero en los 20 kilómetros en bicicleta se dio cuenta que no tenía fuerzas, que no había ya energías para seguir adelante. Y cómo iba a haber si había pasado tantos contratiempos, y para colmo de males su bicicleta era la más pesada de la competencia, porque es de aluminio, y la de todos los demás competidores eran de carbono, es decir que pesaban cinco kilos menos las de ellos.

Pero no, no debía dejarse vencer, lo suyo era ir por todo, sacar fuerzas de flaqueza, recurrir al orgullo, a la dignidad, al coraje, al carácter para continuar. Terminó la etapa de bicicleta rezagado, pero fue por los 2 kilómetros y medio a correr con el alma en vilo. En su mente estaba “otros pasitos más, otros pasitos más” y así fue como logró llegar a la meta en el lugar 26 de 29 competidores.

El objetivo estaba cumplido, no se había dejado vencer por la adversidad, porque en determinado momento de la competencia decidió que, aunque fuera arrastrándose tenía que terminar la competencia, debía rebasar la meta. Por eso cuando lo pudo hacer escuchó una gran celebración, eran los demás competidores, quienes jubilosos festejaban la llegada de “aquel mexicano que había cumplido una hazaña, una proeza”. Lo abrazaban, le reconocían, le decían palabras de aliento, lo trataban como el gran triunfador, incluidos los campeones de la competencia, a saber, el inglés Danny Russeli y la alemana Madlen Kappeler.

José Alejandro Ojeda Díaz descansó la tarde de ese domingo, pero el lunes se vio nuevamente en un avión que partía de Copenhague. Estaba de regreso a su México lindo y querido, contento, muy contento, porque había cumplido el gran sueño de representar a su país en un campeonato mundial.

Vaya proeza, Alejandro, enhorabuena y… Así sea.

 

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