A propósito de ignorancia y los embates contra la Fiesta Brava

Morelia, Mich., a 26 de abril del 2018.- La ignorancia es la madre que pare todo tipo de diatribas en contra de aquello que se desconoce. Y el conocimiento, por su parte, motiva a reconocer, gustar, admirar lo que forma parte de nuestro bagaje cultural.

Con mayor ignorancia, mayor descalificación, mayor ataque, mayor diatriba, mayor burla. Porque el desconocimiento, que es decir la ignorancia, suelta la lengua para que el desconocedor, el ignorante del tema que se trate, diga sandeces, tonterías, estupideces y esgrima criticonerías y/o embates sin bases, sin fundamentos.

Esto viene a colación, porque admito que también yo fui un enemigo jurado de la lidia de toros bravos, que es decir de la fiesta más bella de todas las fiestas. También yo, un ignorante que no sabía ni jota de tauromaquia.

También yo creía que los toros eran maltratados, drogados, lesionados y arruinados antes de que fueran metidos al redondel.

También yo me creía aquello de que era un abuso lo que se hace con ellos, que debían prohibirse las corridas de toros, que eso era criminal, asesino, inhumano. También yo lo creía, todo porque también yo era un ignorante acerca del tema.

Desconocía yo todo de la rica e inmensa cultura de la fiesta más bella de todas las fiestas y, como era lógico, también yo me burlaba y creía estúpidos a quienes calificaban como arte la tauromaquia. Y, claro, mi risa fácil, mis críticas y mis ataques surgían de mi enorme, brutal ignorancia.

Pero un día, afortunadamente, tuve que meterme a aprender, a enterarme, a cultivarme, a especializarme acerca de la cultura de la fiesta más bella de todas las fiestas. Tuve que, insisto, porque se me entregó la fiesta taurina como parte de mis compromisos periodísticos.

Y como no soy un periodista que guste de hacer todo al ahí se va, porque sé que mis informaciones, opiniones, críticas y juicios deben estar fundados siempre en el conocimiento para que pueda yo alcanzar la imparcialidad en todo tema, estudié seria, responsable y cerebralmente todo lo que tiene que ver con los toros de lidia, los toreros, los campos bravos, los ganados, los encastes, las cimientes, las ganaderías, los ganaderos, los reglamentos taurinos, los toreros, los subalternos, los monosabios, los empresarios, la historia de la fiesta brava, sus figuras, etc.

Y como el conocimiento, el dominio del tema propicia entendimiento, reconocimiento, me transforme de un ignorante criticón en un especialista admirador, a grado de que llegué a convertirme en reportero de la fuente taurina, cronista, analista, crítico, juez de plaza en el Palacio del Arte de Morelia y en la Plaza de Toros La Salud de Puruándiro y, claro, en aficionado a la fiesta más bella de todas las fiestas.

El Arte de Cúchares lo hice mío, me deleita el toreo verdad en todas sus manifestaciones y expresiones: ortodoxo, inspirado, tremendista, clásico. Las diferentes suertes, incluida la suerte suprema, que es decir la suerte de matar.

Por eso ahora que está de moda atacar a la fiesta brava desde el desconocimiento, desde la ignorancia, desde las ideas sin fundamentos, retrógradas de los animalistas, esa gente que no sabe vivir bien con la gente y quiere depositar sus frustraciones y amarguras contra la fiesta más bella de todas las fiestas, es que veo la incongruencia y sin razón, incluidos los diputados y senadores que se quieren legislar en contra de las corridas de toros, porque sé que no están en el congreso y/o en el senado por cultos, por brillantes, por honestos, o porque sean adoradores de la probidad, la equidad y la honestidad.

Me encanta la fiesta más bella de todas las fiestas, pero también el jaripeo, las peleas de gallos, la charrería, el boxeo, la lucha libre. Todo.

También soy carnívoro, vegetariano, chatarrero. Es decir que ingiero de todo y cómo no si los filetes son tan exquisitos, la fruta me encanta, las verduras, los alimentos chatarra.

Y soy un lector voraz, es decir que me satisfacen los libros, aunque sé que son hechos de madera, que es decir de árboles que son talados muchas veces en la clandestinidad. Soy periodista, escritor que intenta ser poeta y narrador, y los periódicos también son de papel, lo mismo el cuaderno, las libretas. O sea que para que el ser humano pueda vivir en el planeta necesita agredir, lastimar, matar (porque cortar un árbol también es matar a un ser vivo) y no hay manera de evitarlo.

Total, no voy a decir que la fiesta brava es un acto de sanación para el toro. No, pero es un arte bello, maravilloso. Así sea.