Prado Velázquez, cuarenta años formando pintores y grabadores en la Casa de la Cultura

Autor: Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 4 de Abril de 2019 a las 09:21:00

Morelia, Mich., 4 de abril de 2019.- José Dolores Prado Velázquez es su nombre de pila, su distintivo personal, la huella de un hombre y de artista que se ha distinguido por su intensa actividad dentro de los ámbitos de la creación gráfica y pictórica, así como la de formador de pintores y grabadores.

Oriundo de Nahuatzen, Michoacán, Prado Velázquez es de esos autores que han establecido un manierismo propio, es decir una forma muy personal de grabar y pintar, porque sus cuadros tienen su sello, su marca, señales que no se parecen a las de otros.

Actualmente y desde hace cuarenta años se desempeña como maestro de pintura en la Casa de la Cultura de Morelia. Allí atiende paciente, serena y profesionalmente a niños, jóvenes y adultos que sueñan con hacer carrera en las artes plásticas y/o en las artes gráficas.

Lo conozco desde muy jóvenes él y yo. Desde aquellos tiempos en los que la Casa de la Cultura contaba con grandes maestros como Francisco Rodríguez Oñate, quien falleció hace unos días, Tomás Rico cano, Gilberto Ramírez, Fernando López Alanís, José Manuel Álvarez, Rodrigo Villamil, Francisco Bautista, Marcela Ramírez, Bernardo Bautista y Roberto García Marín, entre otros.

De allá Viena José Dolores Prado Velázquez y se mantiene al pie del cañón, porque ni una grave enfermedad que atentó contra su vida pudo evitar que siguiera con su labor de formador de pintores y grabadores, a los que les inculca el rigor académico, la disciplina responsable y el dominio del dibujo como base de toda creación.

José Dolores Prado Velázquez es un purhépecha orgulloso de sus raíces, por ello cada que puede regresa a su natal Nauhatzen, de donde salió hace muchos años para forjarse como pintor y grabador, para buscarse nuevos caminos, pero sin perder su esencia.

Sigue en la brega aunque no tenga los respaldos que deberían tener los maestros mayúsculos como él, porque ante cualquier necesidad o petición surge la consabida respuesta “no tenemos presupuesto”, lo que tampoco evita que siga con su valioso quehacer. Así sea.

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