Norco, la cuidad del caballo; el rumbo de la belleza impar

Morelia, mich., a 17 de octubre del 2019. A Dios gracias he conocido mundo y eso me permite tener un concepto muy amplio de las bellezas rurales y urbanas. Es de ahí que sé disfrutar todo tipo de cosmovisiones, cosmogonías, paisajes, situaciones, circunstancias, ambientes, estratos sociales y expresiones culturales.
Por eso mismo cuando llegué por primera vez a Norco, California, quedé embelesado por su singularidad, exquisita hermosura, rostro apacible Y su sabor de antaño.
Norco es la Ciudad del Caballo. Y lo es en esencia y en presencia, en estructura y en hermosura, en ambiente y por su gente, de una a la otra esquina, de lado a lado de su cortina.
Fue ideada para ser lo que es, el destino del hombre emparentado con el campo, con la montaña, por eso allí no hay banquetas y sí vallas de madera; no hay comercio, solamente en sus orillas; no hay postes de luz en las calles, únicamente en ciertas esquinas para indicar que es un cruce importante de calle; no hay ruido, a no ser el que puede provocar el silencio; no hay vagos, tampoco vándalos, y menos delincuentes.
En Norco, esa maravillosa ciudad que encanta y hechiza, se vive en paz. Su limpieza es evidente, su estructura la hace sencillamente extraordinaria.
Allí, además, el respeto, la cordialidad, el buen comportamiento, la amabilidad y las buenas maneras son regla general.
Norco, además, es la ciudad con sabor a pueblo, a campo, a lejana infancia, a sueño alcanzado. ¿O no carnal? Así sea.