Mensaje de año nuevo 2020 de la arquidiócesis de Morelia

Mensaje de año nuevo 2020 de la arquidiócesis de Morelia
Autor: Redacción / Noventa Grados | Fecha: 29 de Diciembre de 2019 a las 19:39:00

Morelia, mich., a 29 de diciembre del 2019.-Al inicio del Año Nuevo 2020, les deseo a todos que el Niñito Jesús, nacido
en Belén, llene su corazón de alegría, de amor y de paz.
Iniciemos este Año Nuevo con el propósito de ser constructores de paz en
medio de nuestro mundo, de nuestra sociedad y de nuestras comunidades.
Atendamos el llamado que nos hace el papa Francisco en su Mensaje de la Jornada 
Mundial de la Paz 2020: La Paz, camino de esperanza: diálogo, reconciliación y 
conversión ecológica. 

1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas 
 
La paz es objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda
la humanidad. Esperar la paz es una actitud humana que contiene una tensión
existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva
hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande
que justifique el esfuerzo del camino». La esperanza es la virtud que nos pone en
camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen
insuperables, la certeza de alcanzar lo que pretendemos nos impulsa como un motor
interno que siempre empuja.

2. La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en 
la fraternidad 
 
La memoria es el horizonte de la esperanza: muchas veces, en la oscuridad de
guerras y conflictos, el recuerdo de un pequeño gesto de solidaridad recibido puede
inspirar también opciones valientes e incluso heroicas, puede poner en marcha
nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las
comunidades.

Abrir y trazar un camino de paz es un desafío muy complejo porque están en
juego las relaciones y los intereses entre personas, comunidades y naciones. Es
necesario apelar a la conciencia moral y a la voluntad personal y política. La paz
brota de las profundidades del corazón humano y la voluntad política para la
reconciliación, siempre necesita revitalización, para abrir formas de relación y
convivencia que favorezcan nuevos procesos que reconcilien y unan a las personas
y las comunidades.

El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de
la paz, abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación. De hecho, no se puede
realmente alcanzar la paz a menos que haya un diálogo convencido de hombres. 

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