Hasta que los Cuernos nos Separen, destacada puesta en escena

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Hasta que los Cuernos nos Separen, destacada puesta en escena
Hasta que los Cuernos nos Separen, destacada puesta en escena
Hasta que los Cuernos nos Separen, destacada puesta en escena
Autor: Óscar Tapia Campos / Noventa Grados | Fecha: 12 de Diciembre de 2019 a las 08:46:00

Morelia, Mich., a 12 de diciembre del 2019. - El jueves de la semana próxima anterior volví a disfrutar de una muy buena puesta en escena en Morelia. Por casualidad llegué al Corral de la Comedia después de muchos años de no estar por allí. El nombre de la obra no se me hizo atractivo (Hasta que los Cuernos nos Separen), pero entré sólo para que una de mis hermanas y un cuñado tuvieran un rato de esparcimiento. Mas luego me felicité por estar en ese teatro que administra Manuel Guízar, porque me encontré con un trabajo teatral de muy buen nivel en todos los aspectos.

Mi escepticismo despareció desde el primer cuadro, en virtud de que las actrices Laura Giovanna y Katya Vílchez llenaron el escenario, y no me refiero al especto físico del lugar, porque vaya que es reducido (lo que siempre es un reto para los trazos escénicos) sino a los valores artísticos que ellas aportan; aunque debo decir que también se dejó ver inmediatamente la buena dirección de Jorge Gutiérrez, quien además actúa sobresalientemente.

Hasta que los Cuernos nos Separen es una comedia de enredos muy generosa (desconozco su título original) de la autoría del dramaturgo inglés Ray Coona, adaptada al humorismo y la picardía de lo mexicano, rica en situaciones jocosas muy bien resueltas por el director y sólidamente logradas por los actores.

Y si con la primera escena quedé gratamente sorprendido, con el carrusel de cuadros que se suceden meteóricamente creció mi satisfacción, por el buen delineado de los perfiles psicológicos de los personajes, las caracterizaciones, la fluidez de los diálogos y la suma de actuaciones consistentes, lo que se entiende porque Antonio Olalde y Fortino Escutia, quienes realizan los protagónicos, hace mucho que son garantía de calidad actoral.

Mención aparte merece la escenografía, realizada ésta por Roberto Guízar, porque aprovechó a las mil maravillas el pequeño escenario para ubicar dos departamentos, habitados éstos por la esposa y la concubina de Juan Ponce (Antonio Olalde), el personaje central, donde Jorge Gutiérrez se vio obligado a resolver las enormes exigencias con un trazo escénico que permitiera limpieza en el movimiento de los personajes y facilidad de lectura a los espectadores.

Mas el personaje que me provocó hilaridad con su sola presencia fue un policía caracterizado por Fortino Escutia. Vaya caracterización, lo que también tiene qué ver con la dirección artística de Jorge Gutiérrez, y vaya actuación del artista michoacano. Ese policía es tan creíble que da la impresión de que el espectador, efectivamente, está ante un personaje extraído de la esencia policial mexicana, y no por el uniforme, sino por los rasgos psicológicos.

En suma, paladeé una puesta en escena con muchos atributos, tantos que hasta me motivo a escribir nuevamente acerca del teatro que se realiza en Morelia. Por tanto, vaya el aplauso sonoro para Jorge Gutiérrez por su actuación y sus direcciones escénica y artística, también para Antonio Olalde (Juan Ponce), Fortino Escutia (Policía), Laura Giovanna (Mary Ponce, la esposa) y Katya Vílchez (Bárbara, la concubina), así como también para Alejandro Guízar (Detective) y Marcos Malthoz (Camelino Rosas).

Un pero, aunque de fácil corrección: uno de los cuatros de utilería proyecta un rayo de luz que molesta al espectador que se sienta en el extremo izquierdo de la fila seis. Me encandiló tanto que tuve que ponerme de pie y pegarme a la pared para evitarlo. Peccata minuta. Por lo demás… Enhorabuena  y… Así sea.

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