66ª peregrinación varonil diocesana a la basílica de Guadalupe

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66ª peregrinación varonil diocesana a la basílica de Guadalupe
66ª peregrinación varonil diocesana a la basílica de Guadalupe
Autor: Redacción / Noventa Grados | Fecha: 6 de Octubre de 2019 a las 17:16:00

Morelia, Mich., a 6 de Octubre de 2019. En estos días más de 15 mil peregrinos de la Diócesis de Morelia, a pie, ciclistas y de la región del Lago de Pátzcuaro (pueblos originarios) se encaminan a la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe, para rendir honor y pleitesía, para ofrendar su amor y devoción a la Santísima Virgen María de Guadalupe, Madre del Verdadero Dios por quien se vive.

Acompañemos a nuestros hermanos peregrinos con nuestra oración y pidamos a Dios para que esta peregrinación sea un signo de paz y esperanza en medio de la situación tan difícil que atraviesan nuestros pueblos y nuestros estados de Michoacán y Guanajuato. Que ellos y nosotros pongamos en la presencia de la Virgen de Guadalupe a los que más sufren, a los descartados, a los que son víctimas de la violencia. Ser peregrinos, implica “orar” con los pies y experimentar con todos los sentidos que nuestra vida toda es un único camino hacia Dios (CIC 1674).

Al peregrinar, los hombres buscamos la paz y la fuerza que brotan de los lugares santos, manifestamos nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestro amor y devoción a la Siempre Virgen, Santa María de Guadalupe. Como Pastor de esta Arquidiócesis y como hijo de la Madre del Tepeyac, me uniré en su acción de gracias presidiendo la Eucaristía a los pies de la Morenita el 11 de Octubre, día en que culmina esta peregrinación… encomendamos nuestras familias, nuestras parroquias, nuestra Arquidiócesis y todas nuestras acciones pastorales a la Virgen de Guadalupe, para que ella sea nuestra compañera en nuestro empeño de construir la paz.

LA IGLESIA CATÓLICA, INCANSABLE EN PROCLAMAR EL EVANGELIO DE LA VIDA

En el contexto que vivimos en relación a las campañas, movimientos, marchas e incluso acciones violentas a favor del aborto, quiero compartir con todos ustedes el mensaje de la Iglesia y su compromiso en custodiar la vida humana desde su inicio.

Sabemos todos que en el Congreso local de Oaxaca avaló cambios a los artículos 312, 313, 315 y 316 del Código Penal del estado, colocando a ese Estado como la segunda entidad en despenalizar el aborto, después de Ciudad de México. Actualmente en nuestro estado de Michoacán, algunos intentan justificar el aborto antes de las 12 semanas, sin tener en cuenta que: desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo.

La genética moderna muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características ya bien determinadas (EV 60).

Con la fecundación inicia una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar. Pero más allá de los debates científicos y de las mismas afirmaciones filosóficas, la Iglesia siempre ha enseñado, y sigue enseñando, que al fruto de la generación humana, desde el primer momento de su existencia, se ha de garantizar el respeto incondicional que moralmente se le debe al ser humano en su totalidad y unidad corporal y espiritual: El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable a la vida.

La Iglesia Católica seguirá proclamando la sacralidad de la vida humana. El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas (EV 1).

El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios.

Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo (EV 3).

El Evangelio del amor de Dios al hombre, el Evangelio de la dignidad de la persona y el Evangelio de la vida son un único e indivisible Evangelio.

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